martes, 23 de abril de 2019

El Testigo

  Yo estaba ahí. Ella me había llamado. Pidió que fuera a ver el estado de cosas. Tragué -varias veces y con esfuerzo- el impulso de salir a vomitar en el pasillo.
Era una masacre.
Creía haber conocido el horror, pero esto me ubicó en zapatos de novato. Finalmente, me fui.

  Situaba la escena mentalmente y las arcadas volvían. no entendía cómo esta mujer había tenido el coraje -y la bajeza- de llegar hasta eso, con cara de impávida. Como si nada. Evidentemente, no tenía ella olfato.
No logré reconstruir el caso, y ya pasaron semanas de agotarme entre cabos y evidencias.
Todas sus pistas en el decir, eran jeroglíficos. Ya había intentado ir con un psiquiatra ella, por su dolencia. Yo, a pedir luz para esta lectura.  Pero el diagnóstico -para ella- y la conclusión  -para mi- fueron un cachetazo desolador y estrafalario: no hay cura, firmó.
Abandoné la impetuosa idea de llegar a develar tales asuntos. Pero la escena me asaltaba una y otra vez. En los sueños y en la vigilia.

  Pasaron cinco años. Volví a esa ciudad de la que tuve que irme para no enloquecer.Fui a buscarla y pude dar con ella luego de algunos datos difusos que me brindaron sus conocidos.
Llegué a su casa por segunda vez. allí seguía. La bocanada pútrida del recuerdo volvió a azotarme. Ella estaba calma. Quieta.
Me ofreció té. Cuando se extendió para alcanzar las tazas del estante, sonrió. lloró. hizo una mueca esquizofrénica. Se apretó las manos. Volvió a sonreír.
Nos sentamos a la mesa y me indicó -casi  por favor- que no ocupara ese lugar.Acarició al gato que yo miré con asco.
- A él tampoco le gustaba...- dijo.
No quise preguntar nada en esa dirección.
Ella fue piadosa, bebió un sorbo de té e inició el relato. Casi por inercia.

  Todo lo que aquí trasncribiré, es la desgrabación textual de sus palabras, de la conversación en su casa el 17 de julio de 2017. Algunas -pocas- oraciones perdidas por la baja calidad del dispositivo. Entre paréntesis, mis comentarios.
< podría haber tenido no solo el cielo, no sólo el infierno, sino ambos. Al mismo tiempo. Pero prefirió el limbo. Prefirió meter su lengua en una boca tosca. Sus dedos en una piel áspera... seca. (me mira desafiante, perdona mi vergüenza, omite lo que ambos sabíamos que diría) ... el sexo, ya sabés (agacho la mirada) por eso venía (le rebalsan los ojos de odio y lágrimas invisibles, como de sangre) También le gustaba mi inocencia. Esta ingenuidad del té y las tacitas, con la que después no supo hacer nada, más que burlarse... (se pierden palabras porque murmura, no se graba)
<Yo lo esperaba. Siempre. Con pies inquietos de niña, con candor ardiente de loba. Él llegaba a comer---devorarme, en ese banquete al que lo convidaba como anfitriona, sirviendo mi propia carne (sus ojos se abren tensos y frenéticos, siento miedo. Parece endemoniada, pero es sólo sufrimiento. Siento lástima)
<Una vez me besó en la frente (mira hacia la puerta, interrumpe el relato con silencio prolongado. Como un tren que se pierde )
(la miro y no puedo descifrarla, sus manos pulcras y rosadas, capaces de estrangular. Su boca bebedora de té a sorbitos... con la que arrancó pedazos de un cadaver. Dios mío.)
(Vuelve de ese trance y me mira serena, hasta alegre)
<pero viniste por otra cosa, verdad? (asiento) Preguntame...
-quiero saber el motivo - (no deja que termine la frase, interrumpe con un tono más alto)
-mi universo es mudo nuevamente (baja el tono mientras va terminando la frase)
- por qué... - pregunto  completamente fuera de toda coordenada
- ...porque él era el único a quien había podido contarle. El único testigo de mi alma estallada.


miércoles, 7 de junio de 2017

"...el mar no se detendrá"

Voy a habitar los espacios que, de entre todos los de la morgue de los recuerdos, elijas.

Voy a guardar la sangre de todos los pactos en un estante. Y a perdonarte la vida cada vez que merezcas morir entre otros pensamientos.

Voy a esperar silente el pulso que, por indómito, te atormenta y te deja como única opción que vuelvas por más.



miércoles, 3 de mayo de 2017

Ahora

Tendría que lavar los platos de ayer. Escribir un informe. O dos, como para estar al día. Terminar la torta para el pequeño de mi amiga, (que está cada vez más inmenso en todo sentido). También guardar la ropa de verano de Clara. (La extraño)
Tendría que sacar las medias que la perra se llevó a su cucha. Y los puchos apagados, que están desde antes de ayer. (La taza aún tiene café y su risa...)
Tendría que prender el lavarropas. Dejar de mirar las plantas y el teléfono alternadamente (inertemente).
Pero no.
Me voy a hacer un té. Y a esperar que sea mañana. Porque hoy, no puedo más que reflexionar en la soledad multitudinaria de esta existencia virtual.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Ven de humo

Después de descartar la posibilidad de pedir helado, porque me puse y me saqué un buzo como ocho veces, sin decidirme mientras entre extender el verano -y dar lugar a la gula- o acatar finalmente el otoño -por más flojo que se estuviera presentando-, prendí la tele.
La perra saltaba como si fuera un suceso extraordinario. Ella sabe que no es habitual que tal aparato se encienda conmigo adelante, pero esta vez exageró. Me miraba incrédula, olfateaba, corría. Un escándalo. Le rasqué la pancita un rato y, aunque seguía sin entender qué pasaba, se acostó con el hocico apuntando al mentado electrodoméstico. Capaz estaba poseída por algún demonio, o simplemente cosas de perros, y yo interpreté lo que me pareció. Como siempre. Con todo.

Pasé algunos canales. Meh, meh, meh, nada, meh... Sandalias y barbas! Sí! Los documentales de Cuaresma!
Me encantan. En serio. Desde muy chiquita me gustan las cosas del desierto. Y se ve que lo único que más o menos había en la tele y que pasaban con cierta frecuencia periódica como para generarme recuerdo, eran las películas de Cristo. La de Robert Powell fue emblemática. La vi como cinco - o más- años seguidos. A mi abuela le encantaba. Y a mi me encantaba estar con ella. Con todo lo que eso implicaba. Y si era mirando cosas del desierto, más.

En el entusiasmo de haber encontrado algo para ver, me olvidé que había dejado pendiente una conversación por whatsapp con mi papá. Pero el se las ingenió para mandar diecisiete renglones -sí, renglones-  y reconvocar mi atención. El mensaje era uno, o casi. Pero lo mandó en esas tanditas que lo caracterizan: sea porque no ve y pifia al enter y  te llega una palabra por la mitad, o porque hasta que la pega con el emoticón que quiere usar (sí, por el Cristo de la Cuaresma, que los usa. Y cómo!) mandó desde el paragüitas violeta hasta el hombrecito corriendo, lo que se te ocurra.

El caso es que así volví al teléfono y desatendí brevemente la televisión.
De paso le di una mirada al facebook, y un evento de no sé quién en no sé dónde. Me sorprendió una publicación de alguien que no conozco personalmente. Una amiga -que ya no veo, salvo en el ciber espacio- venía compartiendo algunas de sus publicaciones, a las que yo megusteaba sistemáticamente. Me dijo: mandale solicitud, no va a vender tus datos ni tus órganos. Esto, porque ella sabe que no me gusta tener contacto virtual (ni real, con casi nadie, pero bueno) con gente que no conozco en la vida cotidiana. Resulta que hace unas semanas, entonces, soy amiga de este sujeto. Qué lo parió.
Y resulta también que hoy se hizo ley el uso medicinal de la marihuana.
Así como lo mejor de los documentales de Cuaresma es poder ver lo lejos que puede llegar la estupidez, combinada con dos microscopios, una cueva y la pretensión de sapiencia, lo mejor de esta ley  es poder ver más estupidez aún, en las publicaciones que generó en las redes sociales. Pero la de este individuo, se lució. Destacó del cúmulo de idioteces y moralina, elevándose como el Voyager, yendo directamente a dónde corresponde: al reggae. Esa producción de sonidos y melazas pro cannabis que tan mal le hacen a la salud de la humanidad. Decía que su sueño era que se despenalice todo lo referido a la marihuana para que desaparezca la -aburridisima decía él, infumable, paradójicamente, digo yo- cultura cannábica. Tan bien, pero tan bien lo dijo, que cuando apreté el pulgarcito  del "me gusta", lo hice con fuerza, como queriendo aplaudirlo con esa sola mano azul.
Por eso no me dedico ya a escribir más que acá: siempre hay alguien que ya dijo o está diciendo lo que yo iba a decir, y diez mil veces mejor.
Volví a la tele, estaban pasando los títulos. Me había perdido el documental que quería ver... Pero llegué para lo mejor: la parte en la que los investigadores nos cuentan, en modo concluyente e inapelable, que María Magdalena era una mujer "notoriamente mayor, exitosa en los negocios" que "tenía mucho poder" y que por todo esto, bancaba a Jesús y sus amigos en la causa esta de la prédica.
Buenísimo lo del porro, aguante ser progre y luchar por la justicia. Pero no se les estará yendo un poco la mano con esto de la reivindicación del género, chicxs?
Algún historiador en la sala, por favor!

...más pasmada que la perra cuando me vio prender la tele, me tiré en la cama a escribir esto, porque ahora sé que hay gente que lo lee. Como si importara.
Mi vecino escucha Evanescence. Sé que son ellos porque sonó veinticuatro veces el único tema que conozco. Como uno o dos de Bob Marley. Esos inconfundibles, y que reconocés como los documentales de Cuaresma, aunque en tu vida te hayas propuesto siquiera prestarles atención.

(Todo este barullo de cosas vomitadas sin reparo, y todavía no se me va de la cabeza cómo hice para decirle lo que le dije a Fernando).



sábado, 3 de diciembre de 2016

"(El amor)... es buscar un lugar donde escuchar tu voz"

Cada vez que se cierra la puerta, se siente morir. Y estúpida.
Espanta pensamientos con forma de insectos enmadejados, caminando unos sobre otros. Mueve las manos. Dice que no. Pero llora. Porque sí.
Piensa que no va a volver. Aunque siempre volvió. No hay lógica, teoría ni evidencia que la calmen.
Arde.
Cuando la locura cede apenas, se pregunta porqué. Respira. No hay respuesta. Sigue. Duerme. Despierta.
Ama.
Cada vez que la ventana se abre,  se siente abrasada por la vida. Y estúpida.
Cierra los ojos para que el viento la despeine. La desarme.
Sonríe y se enoja. Al mismo tiempo.  Porque sí.
Tiernamente fuerte, ama.

Se entienden. O no. Hablando de cualquier cosa. O de todo. Como si fuera nada.
Y el pensamiento estallado, como un vidrio.

Tal vez, percibe en esa perfumada piel, el mismo empuje. Esa necesidad de huida que la persigue.
Por todo, cuando él la toca, ella puede sentir que el mundo como lo conocemos no existe.


miércoles, 18 de noviembre de 2015

mentirosa

Te dije que no. Y sigo viniendo. Como una estúpida, porque ni la necesidad de catarsis se extingue en estas palabras mal acomodadas.
La terapia es una madeja rechoncha y áspera. Cara, además. Y ya estoy harta de los vicios urbanos que no me acuerdo cuándo empecé a consumir.
Te dije que sí, y al final no era tan así. Porque no pude decirte que no, porque no tengo el coraje. Ni el de invitarte a tomar el té, ni el de mandarte al carajo. En los dos casos se trataría de lo mismo: de arrancarte del lugar maldito desde el que tu vapor me quema la naríz.
Te miento descaradamente. Y desnuda me tapo los ojos para que no me veas. Ridícula.
La histeria, no es cierto? no existen causas, y no te das cuenta. Era así?
No me alcanza con vomitar el resto de pensamientos que no llegan a palabras. Ni me alcanza tampoco deshacerme en grafemas de aire y líbido.
Te miento porque no puedo darte nada más real, que todo el mundo que invento para vos.

martes, 3 de noviembre de 2015

Vuelvo para decirte, que no voy a volver  a decirte.
Así me despido.
Con palabras. Tu deleite, mi debilidad.
Hasta hoy.
Te guardo en la retina, fondo del tintero con el que te escribí mi alma.
No doy vuelta la página.No se termina el capítulo.
Nunca hubo libro.
Las palabras... viste cómo son. Como el fuego. 
Se apagan. Se consumen. 
Queman.
Arden, como este adiós.

https://www.youtube.com/watch?v=h1TQRJWLZ3s






domingo, 20 de abril de 2014

Collage de plagios



...es obsceno escribir estas cosas, darlas a los mirones 

fragmentos
pedazos
partes
recortes
detalles

Renuncia a ser rareza.

Qué quieres, el amor pide calle, pide viento, no sabe vivir en la soledad.

Apagados los destellos
gris
musgo
negro
piedra

... Un monstruo indomeñable
nada
todo

Repetido tres veces, un deseo.

Detrás de este triste espectáculo de palabras tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas, de que no me haya muerto del todo en tu memoria.





viernes, 7 de febrero de 2014

Espiritualidad

cómo alcanzar la iluminación y no perder la frescura


Diciembre. No. Un poco antes, mediados de Noviembre. No se sabe bien qué, pero algo pasa. Desde los pibes del cole, a las señoras con peinados con spray, todos capturados por el espíritu. Dicen que navideño, o del calor, o del fin de año, o de la fiesta de la espuma. Pero son dos, tres semanas en las que el pueblo reluce homogeneamente embobado. 
Calorías y calores. Variedades y excesos.
Pero acá la cuestión es otra: las lucecitas.
Del tradicional importado arbolito. O bien, cualquier otra de las ornamentaciones que lo acompañan. 
Hasta los más reacios transan con alguna vela, farolito o pirulín acorde a la cosa. Y están también los que, queriendo alzarse en contra de los rollitos colorados de papanuel, burlonean barbaridades -satánicas- que llegan a cuestionar hasta la sexualidad de los renos. Herejes. Lo hacen. Pero lo hacen sólo en ese período bendecido con la nieve de cocacola y din don dan! Ergo, todos los gatos a la bolsa, cada uno maullando como se le antoja, pero en la bolsa. Y bien adentro, aunque en cortocircuito.
Peor que el laberinto del minotauro, el cablerío de los antes mencionados foquitos. No hay hilo ni de Ariadna ni de espaiderman que oficie de norte alguno.
Sudando la gota gorda.
Gorda y colorada como santacló. Los más bienaventurados, alcanzan la iluminación... Arbolito mode on, trascendidas las puteadas de todos los integrantes de la familia hacia los cables -y entre sí-
El período de estupor no se retira con el último cuete del fin de año, ni una vez pasada la resaca de los dos o tres días (en algunos casos meses) del benjamín hijo gregoriano.
Inicia, sin tregua y seguidamente, la fase del verano a pleno sol. 
A plena cerveza fría. Si no te gusta la cerveza en verano tomás y punto. Porque así debe ser. Cerveza, bronceador y pelotas de playa. Pelotas que no existen en la realidad desde los ochenta, pero que salen en las publicidades hasta de aceite de cocina, pero edición verano. Todo es edición verano... porque llegó el verano, loco!!
Lo loco es que el espíritu se traiga al verano montado en trineo y desde el polo norte. 
De la barba y la buzarda, a la colaless y la depilación definitiva... Otra de las delicias de la bipolaridad del consumo globalizado.
Se van, se las toman, se lo merecen, laburaron como negros todo el año, y ahora a algún lado hay que ir. A desenchufarse. Y para estar bien desenchufado llevan todo lo que no se enchufa. Y sus cargadores.
Hay un mojón en el que la peste se bifurca. Los que se van, tendrán síntomas tales como la sombrilla, el tejo, el mate, los raiban, las alpargatas, palmeras, arroyitos, cornalitos y esas cosas. Pero los que no... el síntoma terminal: la pelopincho.
Una semana para recordar dónde corno quedó: en el placard, en lo de la tía, en el garage, o dónde! Acertada su locación, dos horas y cuarto para hacer parir al oscuro y empolvado rincón, la mega caja. Puede haber accidentes colaterales tales como reliquias suicidas que se arrojan desde lo alto de un estante sin motivo aparente. O el efecto dominó, de sinfonía en cataplum mayor, de otros inanimados que cohabitaban el recinto.
Trescientos setenta y cuatro tornillos -oxidados-; caños de todos los tamaños, pero que difieren uno de otro en un centímetro, en escala ascendente.... sin embargo el manual de instruciones -si es que tocó en suerte- exhorta que pueden catalogarse como caños A, B y C. Que a su vez deben coincidir con los puntos 1, 2, 3, 4 y 4b. Los esquineros son gloriosos, son cuatro, punto. Suplicar que el tapón haya quedado del lado de la rejilla. 
Sol en el lomo cuatro horas, ojos achinados por la falta de luz otras tres más, y ¡listo!... No parece un cuadrilátero, pero tuvo en un rincón a más de uno. Sólo logró cierta forma abananada de polígono irregular. Capaz cuando se llena, se acomoda. Ni ahí. Un merecido chapoteo -mitigador de ansiedad- en tres centímetros de agua. Es verano, y hay poca presión, mañana va a estar joya... Ojalá que sí. Si no llueve. Y se llena de hojas, Pelo de perros vecinos. Y tierra de por ahí. 
Pasan los días -dos- y se le hace la babita inmunda del fondo. 
Inversamente al de llenado, el tiempo de vaciado no da ni para tomar la birrita del día de verano. Ahora a limpiarla, después de todo ya está armada, ya está ahí para la refrescada. 
Los clásicos se inclinarán por la lavandina, algunos más progres, por el lisoform... pero todos desconocen si existe ángulo en la física que otorgue la inlcinación tal, propicia para que la maldita pecera de lona se desagote de una vez. La UTN debería incluir una materia cuatrimestral para resolver estos bretes.
A esta altura, ya es sangre, sudor y lágrimas. 
Quienes sobreviven, afirman, juran y declaran, que el año siguiente será y se hará otra cosa. Hasta se ha llegado a correr el rumor de que habrá quienes unifiquen los rituales, de iluminación y desenchufe. Una ceremonia que ponga absoluto fin al padecimiento colectivo: los participantes reunidos, pelopincho llena, farolitos enarbolados, y que el último enchufe la guirnalda mientras se zambulle al chapuzón!






martes, 4 de febrero de 2014

Oviedo y Deleso

Secuestradores con estilo, en veredas, pasajes o avenidas. Les da igual.



- shhh! callate que ahí vienen...
- pero ¿no te digo que...-
- ¡CALLATE! ¡Mirá! ¿Ves? Te lo dije. Ahora se les va a notar en la cara la incomodidad. Por mucho que se haga la superada, ésta, cayó como una torcaza. Je...
- y vos... ¿qué sabés?
- ¡¿cómo?!
- nada... no lo entenderías, siquiera... Y el tipo ¿qué tal? No se lo ve muy cómodo tampoco. ¿O disimula?
- no ves que sos un imbécil, vos... El tipo se la quiere sacar de encima. Si desde hace un rato cuando llegaron, se le notaba el fastidio. Esperaba otra cosa... ¡Por eso está incómodo!
- ¿Otra cosa?
- ¡¡¡Si!!! OTRA COSA.
- ¿tenés fuego?
-agarrá ahi... atras del pelpa ese. ¿Qué hacés? ¡no tirés! qué sos imbécil...eh-
-Perdoná, estoy inquieto. Hace como cuatro horas que estamos acá, y hace frío...
-¿Frío? Maricón.¿ No querés que te abrace, también? salí, tomatelás... "Frio"
-Tardan en despedirse, eh?...
- ¡cómo no van a tardar si no pasa ni un bondi! ¡mirá la cara de la mina!!! ¡no puede más!
- ¿cómo que no puede más?
- ¡del bailongo que se habrá aguantado! Sabés como quedan estas cuando los tipos se sacan las ganas. Como un papel estrujado... ¡en blanco!, porque no pueden decir nada!! jajajaja. Un bollo ¡que ni de borrador sirvió!
- ... no me parece... ¿no ves que está tensa? Dice mucho así, callada. Para mi que algo le pasa... y a él también...
-Si... le pasa... ¡de costado le pasa! qué campeón, el tipo. La hizo bien, eh.
-shhhh... a ver...?
-¡qué querés ver!
-...cómo se miran...
- con los ojos, ¡cómo se van a mirar!
- ...ninguno quiere irse. Es raro.
- vos sos raro... pasame los puchos, ¿querés?
-Tomá. Voy a cruzar a ver si oigo qué dicen.
- ¡A dónde vas a cruzar, ridículo! ¡Vení!!! ¡Vení para acá te digo!...Cerrá despacio, que no es giratoria, infeliz.
Ahora lo único que falta es que lo vean a este idiota, y se den cuenta de todo. ¡Qué hace! ¡Lo van a ver!!!
Nooooo, este se las está buscando. Sabe que no se puede acercar tanto. Menos de día! Ya fue su momento. La noche no le alcanzó,  ahora a otra cosa mariposa, y que me los deje a mi... Yo sé muy bien qué hacer...
Y? ¿escuchaste el radioteatro, perejil?
-... No había nada que oir. Tenían las manos hechas hielo. Ella está destrozada, se nota que no le salió el personaje. No con él... y él...
-Basta, me cansaste. Vos y este cinturón de mierda que se traba. Tirá de ahí, haceme el favor. Que los tengo que ir a buscar. ¡Dale! ¿qué me mirás con esa cara?
- No va a ser tan fácil. Ni para ellos ni para vos...
- Un bondi o un taxi, y esto se termina acá, ponele la firma
-Claro que le pongo la firma: No me voy a ir más.
-¡¡ uy qué desgraciado, hijo de mil!!! ...cómo me la hiciste! Sos un torcido mala entraña. No sé ni para qué viniste al mundo. ¡A joderlo, nada más!
- ...decí lo que quieras, pero ponete a trabajar. Ponete a trabajar desde ahora. Porque te va resultar duro, sino. No lo vas a poder terminar... Ahí los tenés... miralos. Pero miralos bien.
- No me la compliques más! ¡Si se besan te mato, hijo de puta! Noooooooo ¡y mirá cómo! Como si fueran a verse mañana...
- No saben cuándo es mañana. Acá mañana es veintipico horas después.
- A él me lo llevo. Se viene conmigo. Número pleno no te vas a ganar. Este se viene y chau.
- Llevatelo, andá. Te va a durar un rato. Pero lo vas a tener que soltar, porque vos sabés cómo es esto. Ella lo va a ir buscar. Tenés la ventaja que acá ninguno tiene la más recóndita idea de cómo funcionan estas cosas. Pero nosotros sí: sé que sos el que empuja, y a vos te consta que yo, una vez que agarro, no suelto jamás.

lunes, 29 de abril de 2013

El paquete de Berrond

Tuve oportunidad de trabajar para el gobierno, o en el gobierno o por o desde... en fin. Trabajé unos años en una lúgubre oficina. Desprovista de luz, de aire y de otras cosas de la naturaleza que los seres vivos requerimos para casualmente eso, vivir. Había una planta. Eso sí. Un potus flacucho y esmirriado, que estiraba lo que podría ser su cogote, como para recibir una mísera pasada de sol en su desgraciada existencia.

En bizarra compensación a lo que faltaba, algunos excesos: bizcochos de todos los tenores grasos imaginables (e inimaginables tambien), limas de uñas, bandas elásticas, mugre, sillas sin una de las cuatro rueditas, abrigos olvidados eternamente... Aquí vale una reflexión con pretensión de hipótesis: cada vez me convenzo más de que en realidad quedaban ahí, como cónsules de la dignidad anónima de sus propietarios...
Claro, como si por la mañana estos personajes fueran poseídos por el aletargamiento invernal que le precede a una noche (ni hablar si fue de resaca) de sueño profundo. Entonces -yo me los figuro- intentando vestirse procurando el abrigo. A falta de ropa en condiciones -los motivos de esta carencia merecen también una construcción hipotética, aunque menos fundamentada-, acudiendo al viejo "agarro lo que venga, total es para abajo, ma´si...". Me los imagino también gesticulando una despreocupación arrogante, y pasando la cabeza por el agujero de la prenda seleccionada con tales rigurosos criterios, claro está. Gestos más, reflexiones menos, pero finalmente yendo a la oficina...
Una vez allí, y a luz día, o peor, a luz tubo, saltaba la ficha o se mostraba la hilacha. O el agujero, o el arratonado de los colores. O los estampados...

Pasaba el invierno, y el armario de las carpetas se convertía en un perchero de feria americana baratísima. El calor despiadado e incongruente con los -2°C justificaba que los abrigos se amucharan en recónditos espacios entre folios y cédulas, para configurar así una especie de triángulo de las bermudas, pero de bermudas posta. Para ir a la playa. Desde camisas de Versace y tapados de muertos, hasta sweters navideños, había de todo.
Como todo en ese lugar, el aire acondicionado también ostentaba la locura acéfala de caprichos tácitos. Nunca dejé de preguntarme quién era el responsable del cuarto de máquinas. Bah... "máquinas", Como sea, había un alguien que apretaba algún botón que subía y/o bajaba la temperatura.
Un día se zarparon mal. Y una compañera muy cool, se aventuró a ponerse - como "para estar adentro"- alguno de los abrígos huérfanos. Azul, enorme. Evidencia textil de los 15 kilos de descenso de uno de los noti-muchachos. Quedó forever ahí.
Y ahí empezó un humorada sin fin. Tan eterna como los sweters de Zenon, como el pantalón marrón y la remera rosa de la foca, y como los animal print de Estelita. Y las polleras evangelistas de Laura.

Tarde team, esto es por de y para ustedes. Que también son eternos.
Los quiero y no los olvido. Como al paquete de Berrond!



viernes, 22 de marzo de 2013

Muchunguita

con un puñadito de arena, un budín.
Con un flequillo pícaro,
un subrayado perfecto de dos puntos de luz.
Una resbalada sin manos,
con el ímpetu de una alfombra voladora y muy mágica.
El envión de la hamaca te trae a abrazarme.
Cualquier palabra que escriba después, es silencio.

Negro el 38

así como quien no quiere la cosa, salí del negocio en el que pregunté el precio.
Hubiera llorado.
Pero preferí esperar,
Mientras cruzaba la calle me acomodé el pañuelo con aires de superada, nadie tenía que notar lo que acababa de ocurrir.
En diagonal (porque el enojo me empuja a revelarme contra los mandamientos del buen peatón) llegué a la otra vereda. Las manos apretadas. Una en un bolsillo, la otra en la cartera.
Sentí el sol en los ojos, y me inmolé abrasada por la fotofobia. No iba a sacra los lentes. Estaba enojada. Punto.
Con dos ranuras a ambos lados de la naríz, intentaba no tropezar con nadie, y eso me enojó más.
No lo soporté.
Sonó el teléfono. No atendí.
Entré en la panadería donde hacen el café que tanto me gusta. Pedí un té.
Miraba por la ventana esperando a nada. Torbellino de pensamientos y murmuraciones. Rumia pura. Quietud afilada.
Pagué en la caja. Salí.
Volví a cruzar en diagonal. Me puse los lentes, ya no soportaba más.
Entré al negocio del que había salido pretendiendo que nadie lo notara.
Me acerqué. Como para que nadie oyera lo que iba a decirle.
Me saqué los lentes, en primer lugar notando lo ridículo de mi apariencia en la imagen oscura que me devolvía el interior. Pero por otro lado, porque quería que recordara bien recordado lo que iba a decir, y lo que no iba a decir también. Y para eso se me tenían que ver los ojos. O al menos yo suponía que iba a lanzar rayos o algo así. (Esto lo pensé, y aguanté la risa. Descubrirme tan infantil en un momento crucial, me dió más coraje)
- Los voy a llevar en 38...
Me mira. Me quedo parada deseando con toda mi presencia que me recuerde, que haga ese gesto que sobreviene a la recapitulación fisonómica y al tiempo y al espacio.
Espero esos segundos a que llegue el comentario . No llega. Se da vuelta, caminando con la vista en otra puerta, me pregunta si quiero probarlos. Sigue caminando. Vuelve con la caja y se agacha al lado de mis pies sin que yo le haya contestado. Vi su nuca, y cambié los rayos por visión de guillotina. No funcionó. Me probé los dos, caminé. Me mezclé. Estaba contenta, me gustaban.... pero no me quería olvidar de que estaba enfurecida.
Caminé hasta el espejo. Busqué su mirada en el reflejo y me sonrió.
- Te quedan muy bien.
-Son hermosos- dije, mirando el piso.
El desconcierto de la indiferencia me estaba provocando nauseas, hasta consideré que quizás me estuviera confundiendo.
Dando por terminado el esperpento, decidí acercarme más. Pagué. Esperé.
-Hubiera imaginado encontrarte en cualquier otro lugar, menos acá. Pero ya ves... el mundo gira como una ruleta, (me avergoncé de lo barato de mi metáfora comparativa, pero no vacilé)
Aprovechando el ahora SU silencio de desconcierto, retruqué con más silencio y más presencia.
No dijo nada. Miró hacia la calle. No dije nada. Salí del negocio en el que había preguntado el precio.




martes, 29 de enero de 2013

no tengo ni un carajo de ganas de escribir

ni uno.
Estoy inhabilitada para la creatividad.
Me repito como loro en un caleidoscopio.
Me censuraría por pereza intelectual y gula estilística. Sí, a la hoguera.
Creo que llegó el día.
El fatal día de poner el consabido maxikiosco... Así, entre chocolatines y marllboro box capaz, quien te dice, se me ocurre agarrar otra vez el cuaderno.

martes, 6 de noviembre de 2012

dijo

Sos hermosa hasta en las palabras

Sin rencores. Otro camino.
Innmortalmente, gratitud.



(Suena a lata y te ofusca, lo sé. Pero es Zeppelin, vamos!)

lunes, 22 de octubre de 2012

fantasma

qué es esta fatalidad... de verte quieto, de escribirte sin leerte, de escucharte y no tocarte...
de saberte ahí, pero no encontrarte acá.
Es tan cruel la topología de tu espacio... vacío.
A golpes contra las paredes por las que camino, por no llorarte.

Morite, andate de una vez. Ya no vuelvas. O llevame con vos.


La suposición de lo supuestamnte sabido, De no saber nada. De saberlo todo, y que sea la misma desventura del desencuentro. Fue tan soleada la la aventura de encontrarte en el pasaje de mi intimidad...
¿Dónde te fuiste? ¿y por qué?
La racionalidad explicativa enmudece... estoy sola. Con el conjuro de que ésta, la número mil, será la última lágrima... tan última como las otras novecientas noventa y nueve.

Viste todos mis detalles... imperfectos. Y tu risa los volvíó brillantes.
Nunca más te pensé, pero todo te nombra. Quise enterrarte en el olvido. Bajo el barro en el que dejamos una lúdica huella... Brotás una y otra vez.
Y no sé si es tu recuerdo o mi ideal. Sos tan efímero como contundente. Sos mi misterio favorito y más temido.
Lo que espanto por la puerta... vuelve por la ventana. Un fantasma.
Tu rareza particularmente adorable me hace querer creer que nunca exististe...

Por las bambalinas de un teatro, sobre el aire montado, canté todos mis silencios para complacerte como Christine a Erik, en la Opera Garnier.
"Seguramente, si su (mi) corazón seguía haciendo tanto ruido, iban (s) a oírle. Tomó (é) su (mi) corazón con ambas manos para hacerlo callar. Pero un corazón no es como el morro de un perro"

Corrí por los subsuelos de la literatura en la que me refugio. Tu espectro me salió al paso.
Le pedí a Dios, ya sin respirarlo. Y a la Ciencia y su torpeza. Aún, sin respuestas
Solo un viejo conocido vino a tranquilizar mi espanto:
"...Amigo mío, un fantasma no puede existir, y no creo que las leyes de la Naturaleza admitan excepciones en favor de la aristocracia inglesa."

Dejame tocarte. O dejá de tocarme desde esa, tu otra realidad.


 

martes, 16 de octubre de 2012

Es tilo. Es pera


Lo inútil asalta a la espera. Y la fatalidad es apuro. Los poros, azorados como testigos mudos del sudor que se escurre de la paciencia. Metáfora barata la de la arena del reloj. Pero así.
Desesperar sin mover un músculo. O agitarlos todos, en vano.
La fila. La formación favorita del obsesivo. Pero su Némesis.
Un sucederse de cuerpos ausentes, pero con sus motivos y sus colores. Sobre todo sus colores.
Insistir con la mirada en la nuca del antecesor, poco empuja el asunto. Pero, si puede reparase en los colores, el tapiz es recreativo. O bien, un Roscharch psicodélico... y ahí si: Sin escalas a lo isoslayable. Desde la duda respecto de la perilla del gas, hasta el triciclo con timbre de metal... en la casa de la abuela? Las tardes en la vereda.. y el sopor del aire se aleja. Hasta el semblante - antes punzante de inmediatez- delata la ensoñación...
La espera es cruda. O a fuego lento. Pero nunca de la manera que -paradójicamente- se espera.
Desnuda en público aquellas vergonzantes manías, pero no se corre peligro: nadie ve, aunque todos miran por que ninguno los vea. Ausencia y espera. Fatal combinatoria espaciotemporal, que exhorta a toda bajeza a aflorar.
¿Qué se espera en una fila? ¿Qué se llora en un llanto? ... qué se dice en una palabra?! ¿y en un silencio?
Parada en el borde. En el límite entre la espera y la deseperación. En una fila mundana que resignifica todas las simbólicas, y cada uno de los momentos suspendidos. Decidida y premeditadamente, resuelvo la caída libre al infinito de posibilidades.
Nada de mirar la luna. Nada de cinco minutos para un té.
Renovada estética de la desesperación. Estilo creativo del anhelo.
Sí, es inútil esperar esperando.




martes, 25 de septiembre de 2012

tan breve como inevitable

El verde que no advertí, se adhiere al interiror de mis párpados. Y con los ojos cerrados veo, que me mirás sin ver.
Sin parafernalias, dijimos "chau" como quienes van a encontrarse mañana.
El olvido es la fuerza que se obliga a funcionar, cuando el deseo firmó que no se irá jamás.




sábado, 8 de septiembre de 2012

Pela Dos

Este relato no tiene nada que ver con el anterior, excepto por su protagonista. El Pela. Pero no aquel, sino otro.
Horrorosamente cada invierno, quiero instalar en cual sea la casa que viva, fuentes de calor inagotables, si fuera por mi, migraría al mismisimo centro de la tierra de marzo a noviembre. Solo saldría en verano, a la playa y a tomar sol. Delirios al margen, me dispuse a hacer algunas refacciones en mi hogar, con el fin de colmarlo de calidez, en toda su apmlia gama de sentidos.
Rastreando y rastreando, dí con un buen hombre sobre el cual había recibido la mayor cantidad de recomendaciones. Tengo un amigo que hace un excel para todas las cosas importantes que tiene que organizar en su vida (viajes, mochilas, horarios, actividades varias, insumos de oficina de su propio escritorio... en fin). No llegué a tal aplicación, pero digamos que me ocupé del asunto, seria y responsablemente.
Lunes (todas las cosas empiezan en lunes), ocho de la mañana, llega el Pela y sus secuaces. Muñidos del consabido balde de albañil, el cual a su vez incluye las típicas herramientas de albañil... y una cocacola. Más tarde entendí que esta era también una típica bebida - herramientil... y no para aflojar tornillos ni óxidos.

A ellos les gusta romper. Y cómo les gusta.

Empezaron por el baño, siguieron por las paredes. no se contentaron y fueron por el living. Como si fuera poco, le cayeron también al dormitorio...
hasta la perra que es negra, se veía blanca. Acción cromática de una considerable capa de polvo en su minúsculo lomito.
Tuve que cerrar mi expresión de asombro y desconsuelo, pues se me estaba llenando de polvo también...
Pero ellos -dos de los secuaces lookeaban  "a lo Pela"- le ponían onda. Toda la onda... La típica de los pelados desertores. (Judas llevaría calva, seguramente)
Tal era la onda, que lo dejaba que me apodara "gordi". Sí. Con todo lo que eso conlleva para mi complejo de complejos. Traían medialunas para desayunar. Al almuerzo, les calentaba lo que traían en el taper... colesterol puro, digno co equiper de la cocacola antes mencionada.
Incipiente amistad. Idilio. Felicidad al ver mi hogar en flor...
flor de despelote!


Duró tan poco el amor y la buena onda... debe ser característico de los amores pelados...
Finalizada la obra, el estado de cosas no era ni por asomo el que yo anhelaba... Al margen de que ya pasaron dos meses y sigo sacando polvo. Quedó mejor el techo que puse yo -parada en la mesada y sin herramientas ni cocacola- que cualquiera de las desorbitadas y desencuadradas cajitas de luz.
No sólo que me quiso cobrar de más, sino que inscribió su mortífera negligencia en lo diminuto de un escape. Si la anécdota la contara mi abuela, diría que me podría haber muerto.
No me morí. Pero a él lo hubiera matado.







martes, 31 de julio de 2012

Pela Uno

Cerca de su casa hay una semi oficina... allí -en horas laborales- habita un muchacho que por suerte o por opción, ha devenido en "pelado con onda"... aunque más tarde, los hechos hayan determinado otra cosa.
Sucede que la cercanía y la frecuencia, los hicieron coincidir en un café. Palabras cuidadosamente pronunciadas, la convencieron de una cita no tan azarosa como el café en cuestión.
Paréntesis: sólo las palabras y algo de su simpatía. Porque si hay algo que decididamente ella no quiere nunca, es salir con un pelado, por más onda que tenga... en realidad no quiere salir con nadie. Pelado o no. Decires...
Al momento del encuentro, la hora demandaba una cena. Oportuna y gentilmente, él sugirió un lugar ameno, con variedades de platos... de paso se acordó (muy hábilmente de su parte) de las preferencias gourmet de su invitada. Punto para el pela.
Eeligieron el menú, y él miró en silencio la carta de vinos. La cierra, sonríe. Más silencio.
Llega la camarera, él toma la palabra:
-un crep de calabaza gratten y un lomo a la mostaza-
(bien, el plato de la chica siempre va primero. Otro punto más para su ábaco)
continúa...
-... y un Luigi Bosca Reserva-
la mira cómplice...
-vos no tomás cualquier vino... - cara de galán nato, cabeza (y pelada) ladeada, ojos medio fruncidos y sensación gestual de estar siendo ovacionado por el público del restaurante.
Ella se limitó a sonreír calladamente, con esas sonrisas que no dejan ver los dientes. Conocía la calidad y el precio de ese vino. Supuso cierto arte de seducción en la movida de su festejante. No le importó, pero decidió dar una oportunidad a algo... Y dejó que la cosa transcurra. Anécdota más, anécdota menos, él cuenta:
-... una vez salí con una amiga de mi prima, fuimos los cuatro a cenar, y la mina no dejaba de mirar el celular!!.. todo bien, viste? pero ponele onda... te estoy pagando la cena!!-
Silencio mortal. Hielo.
Una vez más, ella se limitó a sonreir... pero esta vez, ya no daba el beneficio de la duda. Esta vez sólo sonrió. Se alzó como justiciera de tanta arrogancia calva... y sólo esperó el momento de mostrar -verdaderamente- los dientes que ocultaba.
Momento del postre, en conclusión de una cena cuyo tono había cambiado de repente, para no recuperrse jamás.
Él: - te gustaría un postre?
Ella: sabiendo que este era SU momento -sí, a ver... hummmm... éste-
señaló en la carta algo que costaba cincuenta y seis pesos, que no sabía en qué consistía, sólo que figuraba en la lista de postres, y que aplicaría perfecto para su plan...
El: - a ver.. (mira) ah, buenísimo, es para compartir! -
sin entender mucho la onda, parecía entusiasmado y hasta un tanto libidinoso... chocho, ordenó el manjar (?) de cincuenta y seis pesos, moneda nacional.
La copa en el centro de la mesa. Dos cucharitas largas, como para revolver el submarino. No se entendía en modo alguno, cuáles eran los ingredientes del postre, pero era una bomba... en todo sentido.
Ostentando lo barato de su gala conquistadora, el pela ofrece la última bolilla  de la lotería chocolatosa.
Intentando acercarse a ella, inclina su torso sobre la mesa y le alcanza la cucharita cerca de la boca...
La imagen se congela.
En un santiamen, ella arranca la copa de la mesa, se engulle dos cucharadas al hilo y le lanza, como un rayo, una mirada que dice: como sola. Matate.
No importa ya cuál fue el desenlace de la velada... como collar que se rompe, todas las cuentas del ábaco de Pela, cayeron al suelo y rebotando se fueron por ahí...y sabido es que para no volver jamás.


lunes, 30 de julio de 2012

Prendí la estufa. Máximo.
Agarré el teléfono. Marqué de memoria.
Hablé. Corté. Esperé.
Bajé a abrir la puerta. Emoción.
Motín en mano. Estufa en traste.
Placer culposo. Chocolate y Dulce de leche.
Ay!
cinco lineas a fuego en la nalga izquierda...
Pentagrama en el que se inscribió una melodía de excesos antagónicos.


miércoles, 25 de julio de 2012

"Cuándo empecé a escribir mensajes que nunca envío?

A qué velocidad debo vivir para volver a verte?..."

Claro, entiendo que la vida sigue...
Sí, cómo no voy a saber que hay otras cosas en qué pensar... Toneladas de cosas... mil cosas...
El mundo está lleno de nombres, de gentes, de deseos y colectivos.
Estamos de acuerdo en aquello de que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, que tanto va el cántaro, que al que madruga, que los camellos, que la palmera, que la sábana y que el velador, que la tinta, que los vidrios, y que mis manos perdieron toda lógica.
Es verdad, ya no sé ni lo que digo... pero te lo digo igual... O no estás ahi?
No voy a mentirte, hice de todo por no nombrarte. Hasta incluso lo logré. Me tragué todas las palabras con las que te pensaba. Sí... y esas imágenes en las que inevitablemente me asaltabas, esas también... con un poco más de esfuerzo, pero se desvanecieron como todos tus ruidos... No, más vale que no fue fácil, me estás cargando!? no te burles de mi fragilidad... bueno, reite de lo que quieras...
Mirame, sí, mirame que te digo esto y ya me voy... aunque en realidad no quiera irme, y aunque nunca haya llegado... pero mirame de una vez, te lo pido... nada de todo esto tendría sentido si pensara en esas otras cosas, si deseara otros deseos y si subiera a otros colectivos. Porque sabés qué? mirame, te digo! no me importa nada...
y la vida sigue y no quiero que me siga de largo, Callate, ¿ no ves que me desespero por poder explicarte esto que siento...? si, si, si, ya sé que ahora no importa... pero así como estamos de acuerdo en aquello del cántaro, también lo estamos con más vale tarde que nunca...
Bueno... no, nada, de nervios me rio, ¿de qué me voy a reír? Ya sé que hay motivos infintos de risa, de hecho hay luz en todas mis mañanas y alegría y felicidad en mi alma hasta el día que me muera y después también, ¿te acordás que te había contado de ella aquella vez? Pero esto que quiero decirte es otra cosa... como que me falta o me sobra algo. Ahí está, o me falta presencia o me sobran recuerdos. Y eso sí que no sé como se conjuga... a mí dejame con los verbos! no, no sos imprescindible, para nada, es peor, o mejor que eso. Porque lo imprescindible viste como es, es como algo impuesto, sea por necesidad o por dependencia, o por cualquier otra bajeza...pero no, no es este el caso. No te necesito en lo absoluto. No!! no estoy enojada! Cómo se te ocurre? Está bien, que sea jodida no quiere decir nada más que eso. Soy así, y ya lo sabés, no sé qué te extraña ahora...
Bueno... No!!! te dije que de nervios, me rio... porque no sé cómo se hace ahora que ya pasó tanto o no tanto tiempo para decir algo que ni siquiera sé si te importa, o siquiera si vale la pena, o la alegría o lo que fuera... Fui y vine, subí y bajé, pero...
(                                                       )
Como te decía, hoy estaba viendo un película, capaz la viste, 5 centímetros por segundo se llama, mirá http://www.youtube.com/watch?v=c4MNzzz5ABI la busqué ahí en ese lugar donde vos me dijiste, pero este es el trailer, como para decirte más o menos, pero yo ya la vi, hace un rato--- ah, no, cierto, te estaba hablando de otra cosa... yo también te quiero. Eso. Punto. No, también no. Te quiero, si. Aunque no vuelva a verte nunca más en la vida. Ahora sí, punto.


Si quisiera evitar mi soledad, bastaría estar con alguien más,

Porque las estrellas parecen caer, no puedo mentirme otra vez...


...Siempre espero ver tu sonrisa, apareciendo en esta ciudad


En el paso a nivel, esperando por el tren

Aunque sé que no tienes motivo para estar aquí




(Y si lo repito tres veces? ...) 


miércoles, 18 de julio de 2012

Eslabón de lujo

Para nosotras, el lavarropas es el mejor amigo de la mujer. Simple y llanamente, lo amamos. Es nuestro electrodoméstico favorito. Tranquilamente podríamos prescindir de todos los demás. La humanidad ha dado sobradas muestras de ello.
El idilio de pompas de jabón es cotidiano. Las ropas flameando al sol cual estandarte de la liberación del refriegue, es el símbolo de nuestra conquista. Oh sí!
Nos volvimos expertas en productos baja espuma y sustancias blanqueadoras. Guardianas de la suavidad de fábrica, de prendas exclusivas. Lectoras e intérpretes profesionales de etiquetas con símbolos contundentes, los mandamientos del lavado.
Somos, por fin, libres e independientes. Sabemos lo que queremos, y lo queremos limpio!!
Como si esto no fuera suficiente, el amor hacia nuestros hijos, goza de la misma blancura que sus medias. Es perfumado. Siempre radiante. Amar a un hijo limpio y que juega al sol, es el deseo de toda madre. Deseo universal.
Y por qué lo amamos? (no, no a nuestros hijos, al lavarropas...) porque mientras damos a nuestras prendas ciclos de spa, nosotras podemos hacer las cosas importantes de la vida, sin perder tiempo.Que es oro, y que nadie tiene, o tenemos poco, o queremos tener más, o simplemente no queremos perderlo por amarretismos indescifrables. El tiempo es nuestro. Punto.
Entonces apretamos la tecla del olvido, y vamos a buscar lo realmente importante, como zapatos en oferta, peluquerías abiertas las 24 hs para que nuestros cabellos gocen de la misma magnificencia que la ropa que vestimos. Pero ojo, bien sabemos que esa ropa en algún momento tenemos que sacárnosla, entonces, sin perder tiempo ni por asomo, vamos al gimnasio, en el mejor de los casos, en los que aun conservemos algo de impulso vital, y sino, de una a los injertos de ácidos varios, que poco tienen que ver con los lisérgicos, pero que hacen maravillas de nuestras inafortunadas y mullidas caderas. No queremos perder tiempo, pero si hay algo que queremos perder y nunca volver a encontrar es la celulitis. Amén.
En esta frenética revolución cultural y de género, sabemos que al volver  casa no vamos perder tiempo en cocinar nada, ni siquiera en calcular calorías, porque hicimos el pedido a Coto digital mientras se centrifugaban las sábanas!!! llega a casa el delivery de lo impensado, hasta de viandas light, por si las enlatadas de coto no nos dan confianza.Confianza: no sabemos que es, pero se sabe que hay que sentirla para tomar esas decisiones inaplazables, como por ejemplo qué cepillo de dientes comprar. Para que nos queden tan blancos como la ropa.
No debemos olvidar que la ropa se cuelga al sol, mientras las flores exhalan su fragancia primaveral. Si no tenés sol, no te preocupes, hay envases atomizadores que traen a tu hogar el perfume de las campiñas italianas y los prados de fresias... o de la flor que inspire tus momentos.
Ahora sí, terminó el ciclo de lavado, adoraste las blancuras y perfumes varios, estás radiante como las camisetas de tus hijos, y no perdiste ni un segundo. Aleluya!!







jueves, 12 de julio de 2012

Negrura pura

Embravecida, es una ráfaga de peste negra cuando combate intrusos. Nada pasa inadvertido ante   su mirada sagaz. Lleva y trae los ruidos de la batalla. Su paso es torbellino. Como una sombra veloz y aguerrida...
Proclama sus vicisitudes, pero sabe valerse sigilosamente del incógnito cuando es ocasión.
Es suya la originalidad de todas las miradas. Sus pupilas, hipnóticas y destellantes. El brillo de lo salvaje en su anatomía irradia el resplandor de su color negro.
Es negrura pura.
Pura y maravillosa.
Porque pese a su coraje guerrero, sabe percibir y festejar la calidez de la amistad. Su presencia cambia toda escena, porque trae con sigo la ternura y la fidelidad inmaculada. Trae juego. Trae lo simple y lo enroscado.
Como ahora, mientras escribo, que -no sin haber dado las consabidas mil vueltas- se hace un bollito entre mis pies.


jueves, 28 de junio de 2012

Piedad?


Música ven a mí y hazme callar...Piedad?
piedad piden los débiles, me dijeron. No pido nada. Llamo a la muerte de todos mis ruidos a que me decapite con magnífica perfección. Música, por favor...
"...lo mismo podría haber sido una budinera"

De una

Dejo guardadas las alas que me dabas para hundir mi huella en la fresca mullidez de este camino por el que te voy a encontrar y te imagino esperándome con los brazos abiertos porque es así como te recibiré cuando me vengas a buscar.

SUSTANCIAS...


(Sus tantas compañías)

Desde el patio hasta la calle por las veredas del sol, y también por las más sombrías cuando caminar es compulsión, mientras me digo en silencio algo que ya me había dicho.
No puedo mirar sin verle ahí, acá, por allá y alrededor
Algo se materializa, se hace luz respetando la oscuridad secreta
... trayendo y dejando lo sustancial.


lunes, 25 de junio de 2012

Ticket to ride

El color lila de una remera con manga tres cuartos, atraía a cualquier ojo a espiar por esa valija mal cerrada.
Como quien la arma al tun tun, sin reparos. Siquiera cuidando la mas mínima pertinencia entre el clima o la estadía. Una valija rechoncha. Densa. Difícil de maniobrar de aquí para allá. Exponente paradigmático de la consabida maleta de loco. Asomaba la manga lila. Y vaya a saberse qué más habría alli. 
Lo cierto es que fue aplomada en el asiento trasero medio polvoriento de uno de esos autitos europeos... Vehículos que cofcofean al zigzag de senderos enrulados. Así llegué al análisis. Así no, en realidad. Porque más tarde me enteraría que el análisis es otra cosa que viene después de que uno llega. O no viene nunca, aunque uno haya llegado hace rato. 

Se dice por ahí que el analista es como un viajante que se sienta del lado opuesto a la ventanilla, mientras el analizante relata el paisaje...                                                             
Sentada a la derecha de Freud Padre Todopoderoso, me adentré en ese cochecito, por los caminos del inconsciente. También se dice que el deseo es huella y camino. Y vaya si lo es!!! Un rally despiadado.
Algo sé también: que de la transferencia se habla en maniobras. Porque uno va y maneja lo mas campante: que mirá las vaquitas por allá, que qué lindo el laguito de más acá... pero cuando en el horizonte se advierten los bueyes perdidos y el camino ya no es tan soleado... ahi la cosa cambia. Ni hablar de si el buey aparece descarnizado en el medio del paso, hediondo de moscas y pustuliento de gusanos, como si la putrefacción misma se hubiese hecho carne inmunda en él y solo en él... ahhhhh no, ahí nadie quiere mirar para adelante. La inmovilidad del espanto demanda respuesta inmediata a nuestro copiloto. 
Yo misma levanté las manos del volante, en intento de arrojarme, con tal de no tener que tolerar la escena del buey, ni ninguna otra de ínfimo tenor. Ahí aparece él o ella. Nuestro copilto designado, elegido sustitutiva y transferenialemente, con amor infantil. Hace su heroico enlace de cadena significante, como cowboy que enlaza ganado, Analista. Es él o ella quien da el volantazo, e impide que el carcajo en el que emprendimos la hazaña, vuelque. La mismísima maniobra de la transferencia.
De Analista lo hemos esperado todo. Pero la transfenomenicidad de su presencia, nos ha dejado solos. Sola. Pataleando por ese amor que no tiene ton ni son, como la maleta del loco. Berrincheando por que Analista me lleve a pasear, y me diga qué empacar en mis quimeras. Y nada. La incógnita, mantenida con vehemencia... 
Trascendida la escena y desmitificado el horror del cadáver y perfilado otro atajo en el paseo, la liviandad reclamaba que se tomaran acciones con la rechonchez del equipaje. Al naranja del atardecer, le aconteció el pase. Analista había devenido en mampostería. Había por fin, caído. 
Como en la cinematografía onírica, ya el auto no era el cofcofeante sajón o germano. Del mismo modo que en la proyección de personajes nocturnos, sabemos que ese es ese y no otro, aunque tenga cara de otro, o aunque hasta unos segundos hubiese sido aquel, así de simple. Jeroglífico puro.
Me vestí con la remera de la manga que asomaba. Chau a la maleta y al enjambre de compulsiones reeditadas. Rollos enredados de negativos de fotos nunca reveladas. Ahora vuelvo a elegir, ahora elijo... Baby you can drive my car, yes I'm gonna be a star, baby you can drive my car... and maybe I'll love you...





Beep beep, beep beep yeah!!!




martes, 19 de junio de 2012

Deseo: brújula esdrújula


Preséntate
échalos
distribúyeme.
Encuéntrame
relocalízanos
cuéntate.
Dibújalos
desenrédate
anúdame.
Adviértelo,
diviértete
subviértenos...

martes, 5 de junio de 2012

Gerundio impune

Me pasó de abrir la puerta para salir a jugar, y encontrarme con los oficiales montados de la Real Academia Española, que me apabullaron. Me metieron para adentro, no me dejaron salir.
En semi penumbras desplegaron su artillería sobre mi mesa de trabajo (que es la misma en la que me siento a comer). Eran muchos, como diecisiete... o más.
No querían prender la luz. Los miraba desde mis pupilas apresuradas, como intentando descubrir a qué venía tal arresto.
Se hablaban entre ellos. Usaban señas desarticuladas, con micro gestos indescifrables. Gestos de ira, de indignación. Todo rápido, como la luz de un rayo, con ruido sordo a encono.
Finalmente, tras haber descalabrado toda mi casa, encontraron la evidencia: la palabra, parole, word, begriff...
Todas disfrazadas, prontas a salir a escena. Tímidas ante esas miradas, pero seguras del papel que tenían que representar, se sentaron a mi lado. Tuvieron que acomodar un poco sus plumas y ropajes. Una tenía miriñaque... pero se sentó igual.
Cruzamos miradas -como las de ellos, pero más decorosas y sutiles- sabíamos por qué venían. Nosotras no estábamos dispuestas a ceder. En lo absoluto. Declarábamos la resistencia. A lo que fuera.
Interrogatorio.
Todas calladas. Yo también. Nada.
Amenazas. Más silencio. Complicidad desde pestañas enruladas, collares de perlas. Todas nosotras, damas de ninguna docilidad. Calladas.
Dieron en llamar a la Santísima Puntuación. Llegó el representante más puntualmente puntuado.
Nos observó.
Calladas.
No tardó en llegar el Consul de Gramática, tierra abnegada, colonia española. Pero no tan real como la Academia.
Calladas.
Horas de silencio inmóvil. De hueco.
Rompieron todo. Se llevaron papeles. Algunos márgenes. Ninguna nota.
Bailamos a la luz de la luna tras su partida.
Les sacamos la lengua a la cola de sus caballos.
Sabíamos que era nuestra fiesta. Y la celebramos. Plena de excesos. Hiperbaton y metáfora. Metonimias rimbombantes. Y las más confundientes de las semánticas.
Sí, Confundiente. Ella, la estrella en aquella noche. Por ella habían venido, pero nosotras la ocultamos. Y no la descubrieron. Saben que existe, la quieren. Pero ella es de acá. De este refugio. Sólo canta para íntimos amigos, para quienes saben apreciar su tono y su cadencia noctámbula.
Es mística, y es femenina.
Ellos tienen su gerundio. Y cómo lo tienen! lo inventaron sólo para ser impunes.
Desde los comienzos de los siglos letrados, sirve para excusar al más de los cretinos. Una carta que está llegando, un barco que está partiendo... qué es en verdad? nada. Porque ni partió ni está en puerto. Ni llegó, ni se escribió, quizás.
Entonces, los hombres de poca monta, lo capitalizan para su causa.
Como queriendo montar - valga el verbo en redundancia con el sustantivo -esos caballos de talante señoral. Garbo que estos animales majestuosos pierden por completo a causa de tener un infelíz sentado en sus ancas, alardeando briosidad. Que le pertenece por completo e indiscutiblemente al caballo.
Esa perpetración en la acción no hecha, pero con pretenciones de ejecutabilidad, dejan ver la maraña mediocre  de excusas baratas y poco inventivas.
Vamos, señores!!! qué es eso de "estoy yendo"?  O aquello de "vamos viendo"?. Ni qué decir de "estoy tratando"!! No es más que una impunidad artificial legitimada -impunemente, repito-
De ustedes, sépanlo, nos reímos nosotras.
Porque calladas, no nos descubren. Aunque huelen nuestros perfumes bien en sus narices. Somos una con Confundiente. Un misterio para ustedes.
Una burla a vuestra hostilidad.
Vean, acá se lo estamos escribiendo...






jueves, 31 de mayo de 2012

La idea obsesiva

es como una tabla de lavar

Fregás y refregás. Te rompés partes del cuerpo retorciéndote en el esmero para que lo manchado desaparezca, y nada: te mira cada vez más instalado y no se va.
Tiene ese olor a madera mojada, apestosa de humedad.
Y así  intentás, en vano -obvio- darle y darle a algo, en apariencia sucio.Que incomoda y molesta, como una mancha de salsa en un mantelito blanco de tomar el té. Es sabido por qué molesta. Porque no era eso.Era otra cosa. O sea, no encontrás cómo explicarlo, pero sabés muy bien cómo es. No se lava en una tabla, todos lo saben, pero vos lo hacés en el fondo de tu lavadero personal, sin éxito ni gloria.
Y queda la evidencia, la representación del representante a la vista de esos todos.
En el mantelito del té, no se comen los fideos con tuco.  No lo podés evitar y ya te descubrieron.
La idea obsesiva no se enjuaga con nada, ni con lavandina sacás los hongos de la tabla. Están ahí, acampando por los siglos de los siglos. Son colonia, pero se pasan de imperialistas.
Le das por todos los ángulos, y no hay manera. Esa inflexibilidad ya es un enemigo desafiante. La querés partir en pedacitos, como intentando desglosar algo de su morfología categórica e imperativa, para que ocupe menos lugar, y que  no sea tan contundente. Pero no. Ni se inmuta.
No solo eso. No sirve para nada. No saca la mancha, no ayuda a limpiar, y encima, como si algo le faltara, molesta en sí misma. Como resabio de lo viejo y heredado. Como esos objetos de la infancia que tus viejos acomodaban en repisas y odiabas mirando con ojos afinados, desde el marco de la puerta de tu cuarto. Que conjuraste no tener nunca en tu propia casa. Y hoy, cuando abrís la puerta, es lo primero que ves. Un horror. Te mordés los labios, sacudís la cabeza lado a lado y para abajo. Fruncís la vista y no la podés creer, no?
Intentás tomarlo con un poco más de calma, racionalizando la cuestión de que es sólo una tabla de lavar, y que no pasa nada, porque vamos! es madera mojada... pero ni vos te convencés.

La idea obsesiva sigue ahí. Tiesa, haciéndote refregar y retorcer. No la podés desechar al carajo y listo. No saca la mancha. No sirve para nada. Como una tabla de lavar... con todo lo que ella implica.

miércoles, 30 de mayo de 2012

23.30

A estas horas, me arropabas.
Mi pelo se enredaba en tu caricia, y me perdía en lo aterciopelado de tu voz... que era mi risa.
Servías un té muy oriental. La paciencia de tu mirada, hundía toda mi irritabilidad en lo efímero. Y sólo quedábamos vos y yo. Y una almohada.
Te contaba como, en las vísperas de nuestra cotidiana celebración, había transitado un día normal y corriente. Todo lo encontrabas maravilloso. Y para mí, tu presencia bastaba para que la dicha se hiciera texto.
No hacía frío. Estabas.
No había un límite entre el soñar y la vigilia. Me dormía escuchándote. Despertaba más abrigada.
Esos besos de cereza hacían soleadas hasta las mañanas en las que el sol parecía estar en huelga de rayos caídos...como perdidos en lo mojado de un aire que no me hacía falta respirar. Aire puro y flotar en él, eso era amanecer después de vos.
Recorrer el mercado, una travesura que esperaba narrarte con picardía cómplice. Paseaba por vidrieras llenas de regalos que envolvía para darte, pero sin decirte nada.

Cruzar el infierno urbano que me alejaba de casa, era un tránsito ajeno. Nada me tocaba. Porque sabía que no había momento más sutil que la llegada. Ahí estabas. Y ya me lo habías anunciado de todas las maneras posibles.Con la sorpresa de lo cálido. Bálsamo inusitado.
Tu aroma en todo mi espacio. Tu tacto en toda mi temporalidad. Tu presencia total. Por todos lados. En toda yo.
A estas horas me arropabas...
En este instante sé, que sos tan imaginario como una nube con forma de gato gordo y gris.
En este instante sé que el silencio se tragó la risa.
En este instante sé que el abismo del desconcierto, duele más que la palabra más afilada.






lunes, 28 de mayo de 2012

Paréntesis musical


AM&E (ahora mirando y escuchando)





Oh don't, don't, don't get up
Sh, sh, sh, sh
I can't see the sunshine
I'll be waiting for you, baby
Cause I'm through
Sit me down
Shut me up
I'll calm down
And I'll get along with you 









No puedo dejar de sorprenderme cuando me llega una canción, y dice algo de lo que yo quería decir, pero no sabía cómo...
Estos chicos son divertidisimos.
Simples.
Me encantan.